Así resume su primer biógrafo, Celano, el amor de Francisco por Jesús:
Es un texto que muestra la verdad de lo que el santo transmitía. Su vida es, literalmente, Jesús. ¿Cómo puede ser tan real y experimentar con tanta fuerza a alguien a quien no ve?
Cuando uno está enamorado como Francisco, la persona amada le ocupa. No está fuera, sino dentro de sí, y no sólo en lo íntimo de la conciencia, sino en cada poro de la piel. Se respira al Amado, fuente total de su ser.
Cuando se conoce la vida de Francisco, tal es la sensación básica: que lo suyo era amar. Le costó encontrarse con el Amor de su vida. Cuando los jóvenes de su época, la mayoría ya habían contraído matrimonio, él todavía se dedicaba a soñar. Podía ser un vendedor perspicaz de paños en la tienda de su padre; pero su corazón estaba en otra parte.
En una noche de juerga, siendo él el líder de la fiesta, los amigos lo vieron aislarse, ensimismado, atrapado por la nostalgia del Amor más grande. Al cabo de poco tiempo, lo encontró y ya no lo soltó.
Tomado de "Francisco de Asís contempla a Jesús" de Javier Garrido, Ediciones Franciscanas Arantzazu.